sábado, 29 de diciembre de 2007

Don Jarrapellejos Ampolligordo Vesiculitas



Don Jarrapellejos Ampolligordo Vesiculitas... qué podríamos decir de él que no se haya dicho ya.

Pues, que a él le gustaba bañarse en bolas... Se bañaba en bolas y en Tegucigalpa. ¡Eso lo tuvo claro desde niño, Luis! ¿Qué decía él cuando le preguntaban qué quería hacer en la vida? ¡Bañarme en Tegucigalpa! Y los padres, Luis, esos sufridos padres que se desvivían por complacer a su hijo... Cómo iban a decirle que no. "Pero, hijo mío, que Tegucigalpa está muy lejos y cuando vuelvas tendrás que bañarte de nuevo". Y él erre que erre hasta que arrancaba.

Y como no podía irse hasta Tegucigalpa, Don Jarrapellejos Ampolligordo Vesiculitas, también conocido como Dª Capitolina Berbiquí Pinrelganso por su afición a cantar "Ojos verdes" en medio de los Monegros todos los veintinueve de febrero con luna llena... como iba diciendo, Don Jarrapellejos decidió bañarse con pololos pero sin pancreas.

Él se quitaba el pancreas y lo dejaba en el vaso con la dentadura del abuelo, hasta que le salieron unas vegetaciones y tuvieron que operarle a pancreas abierto. Y no hubo forma de converle de lo contrario. "De aquí sí que no me apeo", gritaba él, porque se había subido a una alacena y le daba miedo bajar. Con lo cual toda la familia se mudó a las mesas y estanterías, el abuelo en la repisa de la chimenea, que los huesos le daban mucho trabajo, y si entera el Ministerio de Trabajo que estaba trabajando después de la jubilación... ¡La que hubiera podido armarse, Luis!

En fin, que Don Jarrapellejos Ampolligordo Vesiculitas decidió estudiar para Cleptómano. Y después de mucho sudar e ímprobos esfuerzos, se licenció con honores en Cleptomanía y Hepatitis B. ¿Y sabes a quién fue a robar recién licenciado? ¿Sabéis a quién fue a robar? ¡A Marujita Díaz, Luis! ¡Santo Varón!

viernes, 21 de diciembre de 2007

Don Gimeno Vato Alvolante y Díaz de Pitiminí (¡miní, miní!)



Don Gimeno Vato Alvolante y Díaz de Pitiminí (¡miní, miní!) nació un día 32 de Diciembre del pasado siglo XXII.

Nada más nacer se dio cuenta de que su vida había cambiado: el carrito de la enfermería se desbocó por el paritorio y en el momento en el que iba a atropellar a la partera, consiguió desviarlo con su pié derecho justo el espacio suficiente para estrellarlo contra el doctor que la atendía (a su madre, no a la partera).

De joven ya se le veían las maneras. Tanto es así que su madre le puso faldas para que no se le vieran tanto.

Nada más nacer su familia se fue de vacaciones, aprovechando que ese año finales de Diciembre coincidió con principios de Enero. En el viaje al padre le dio un achuchón al corazón, circunstancia que aprovechó nuestro héroe para robarle la cartera, no sin antes anestesiarle debidamente. Gimeno Vato Alvolante y Díaz de Pitiminí (¡miní, miní!) se puso al volante y hete aquí que se encontró... ¿qué creen que se encontró? Pues que el volante ya estaba ocupado por un vendedor de cupones de la ONCE que tenía mucha prisa por ir a ver al Papa a Guadalajara.

Afortunadamente la familia (bien, gracias) consiguió convencerle de que su pretensión era su ilusión de todos los días, es decir, que era un iluso, y que su ceguera probablemente mejoraría después de quitarse de los ojos los dos cucuruchos de helado de cacahuete verde que su madre estaba comiendo en el momento de dar a luz. Esta operación fue practicada por el padre de Gimeno, aprovechando su reciente anestesia.

La operación fue todo un éxito por lo cual le dieron las dos orejas del ex-ciego, quien salió del coche gritando "¡Milagros, milagros, milagros!" A lo que la madre dijo: "¿Por qué gritas Milagros?" "porque así se llama mi mujer Antonia", ante lo cual la madre le ató una soga al tobillo y lo ahorcó, quedando un poco muerto.

Gimeno Vato Alvolante y Díaz de Pitiminí (¡miní, miní!), ahíto él de su larga vida en la carretera, pensó en cambiarse el nombre y cambiarse el sexo. "Gimeno Villo Dedosaños", pensó, y dicho y hecho, se plantó una cornamenta y unos atributos taurinos de manda huevos. Contento con su nuevo status, dio una esquina, y otra, y otra... hasta que se quedó sin esquinas, y sólo había una calle muy muy larga. Y, ¡Luis!, muy felices se las prometía cuando se le pasó por las mientes buscar al ciego, que seguro que tendría una esquina. Pero el ciego, que estaba muerto de miedo, cuando lo vio todo toro, se murió de la risa, con lo cual todo siguió igual, motivo por el que Julio Iglesias actuó en el Festival de Benidorm, causando el suicidio de los miembros del jurado, que se apuntaron a los niños cantores de Viena.

Santo Varón, Igor. ¡Santo Varón!

domingo, 16 de diciembre de 2007

Doña Marmoletina del Cantábrico Óbice del Stradivarius Bailongo



Ha muerto, Igor. Doña Marmoletina ha muerto. ¡Santo Varón!

Como bien sabrás, Igor, Doña Marmoletina del Cantábrico Óbice del Stradivarius Bailongo era natural (pero ¡qué digo natural! ¡MUY natural!) de Baviera, Países Bajos, lugar natural donde los haya (o pinos, no estoy seguro).

No se confunda el lector con su nombre, no. Doña Marmoletina debió su nombre a la soledad del alumbramiento de su madre. Tal fue la soledad que dicho alumbramiento la dejó ciega. Pero como decíamos, su nombre no debe confundir su género. Doña Marmoletina tenía... tenía... Igor, tú ya me entiendes... Tenía hambre de hacerse querer.

Doña Marmoletina nació en unos servicios públicos porque su madre quería que su hijo conociera mundo. Por esta razón sus amigos le llamaban Tina la Baterile.

Ya desde muy pequeño Doña Marmoletina destacó entre sus compañeros por su porte distinguido, su don de gentes y por la barrera automática de peaje que le asomaba por el trasero.

Doña Marmoletina comenzó sus estudios de COU nada más nacer. Los maestros se opusieron al principio, pero su madre decía una y otra vez: "PUES YO QUIERO QUE MI HIJO ESTUDIE COU Y COU HA DE ESTUDIAR".

A pesar de la insistencia de su madre, debo decirte sin medias tintas, Igor, que Doña Marmoletina... fracasó. Los maestros le decían: "¿cuál es la capital de Turquía?" y él respondía -"a ga ga ga gu gu" -"¿cómo?" -"¡a ga ga ga gu gu!, ¡que a vosotros hay que deciros las cosas así! ¡LECHES!" Con lo cual los maestros le daban un tetra brick de leche Pascual y él se quedaba dormidito con su cartón en brazos. Hoy, años después, todavía se preguntan en las reuniones del consejo escolar de la escuela pública donde cursó el COU qué pudo fallar en su educación. Inexplicable. El caso es que, ante tal decepción, su madre lo llevó a estudiar corte y confección a la escuela de Jorge Vestringe. Esto sí eran progresos, Igor ¡vaya progresos, oiga!

Un día, entre levantamiento y levantamiento de barrera, Doña Marmoletina se hizo pis. Desde aquél día no volvió a ser el mismo, Igor. Él era otro, como tú. Dejó el taller de corte y confección que pingües estipendios le reportaba a su familia y dedicó su vida a hacer el bien. Aliado con Mariano Mariano se recorrió los platós de televisión cortando la lengua a los reporteros del corazón.

Cuando tales hazañas llegaron a oídos (¡qué digo oídos! ¡orejas!) de la Curia Romana no hizo falta más, Igor. Fue nombrado Santo con efecto retroactivo desde su nacimiento.

Hoy ha muerto, Igor. Al parecer, presa de la devoción por su causa, ha intentado comerse entero a Jorge Javier, sin desalar ni nada. Ha muerto de una intoxicación etílica.

¡Santo Varón, Igor, Santo Varón!

lunes, 10 de diciembre de 2007

Tegumento Percadelino Güé...



Voy a contarte la historia de Don Tegumento Percadelino Güé, santo varón que fue perro pastor alemán sus ratos libres. Porque, como ya sabrás, Juan, la familia de Percadelino era opulenta, ¡vamos cómo era de opulenta!, pero también muy pobre, muuucho. Eran pobres y ricos, según les conviniera. Si iban por la calle y les pedía limosna un cieguito romaní de esos que pronuncian la che con esputos, le decían: "¡Pero hombre de Dios, si nosotros estamos peor que usted!" Y se desnudaban y tiraban las joyas al río, y el dinero lo arrojaban a las alcantarillas. Y el cieguito romaní, que en realidad era un ex-Ministro del PP que se hacía pasar por adefesio, se compadecía de ellos y les daba su tacita con su recaudación. Y ellos volvían a casa, en pelotas pero felices, porque hay gente de buen corazón.

Juan, cuando Don Tegumento quiso casarse lo primero que hizo fue cambiarse el nombre a Pepe Ji, porque era más corto y las invitaciones salían a mejor precio. ¡Qué desesperos, Juan, qué delirios los de la abuela Güé al ver que se perdía el apellido familiar por esas calles de Dios! Y lloraba y se hacían la ropa harapos. Y los padres le decían: "Madre, que es por el bien de todos". Y le arrancaban una muela de oro para hacer la alianza de Don Tegumento, y otra para los acabados en oro de la aspiradora.

Total, que Don Tegumento Percadelino Güé..., también conocido como Pepe Ji, para subvenir a las necesidades familiares, se metió perro pastor cuando salía del banco. Porque pasaba el día en un banco, disfrazado de estornino y quitando las migajas de pan que les echaban a las palomas. Y como había mucho paro, los desempleados se contrataban de ovejas por horas. Y los perros callejeros, aburridos de tanto vagabundeo, se ponían a dos patas, meaban como señores y se hacían pastorcicos. De esta forma todos estaban contentos y se sacaban unas perras, aunque había quién decía que estaban creando mercado artificialmente. Hasta que hubo más y más ovejas, y más y más perros alemanes de esos, pero como faltaban perros para hacer de pastores, los trajeron de Hamelín sin cuidado ni sanción, y acabaron cruzándose entre ellos, con tan mal fin que Don Tegumento Percadelino murió cuando un mastín le declaró su amor dándole un tarisco en el sobaco del medio. Y así, falleció, sin apellido y rabioso.

¡Santo Varón, Juan, Santo Varón!

sábado, 1 de diciembre de 2007

Don Salsapatorrillo Berení Cespicuende



Don Petrimetre Abantoyciérbana Txotx, desde muy pequeño, era bajito. Él no es que no pudiera crecer, es que no quería.

Él, Luis, iba para silla desde su más tierna mocedad. Su abuela materna, que era una vecina venida a menos, le decía: "Uy qué mono, si tiene cara de taburete". Porque era una mujer sin estudios, ya que se los había dejado un día en el dentista y se los habían puesto de empaste a una bruite leonado.

Y toda la familia creía que el niño tenía cara de silla y casi ni le daban de comer, porque pensaban que para andar a cuatro patas tampoco hace falta mucho.

Hasta que un día, un anticuario que entró por error en el baño cuando la abuela se aseaba y por lo que se le paralizó el bajovientre para toda la vida, dijo: "Pero, hombres de Dios, ¡si este niño es un sillón Luis XIV con incrustaciones de pan de oro!" Y todo cambió a partir de ese momento. La gente le dejaba pasar y se inclinaba ante él, y le decía: "Majestad", y ya no le dejaban encima los gatos ni las llaves inglesas.

Él, por sacarse unos durillos para comprarse un esqueleto de abejorro, se ofrecía como silla en los cines, en la playa y en los desfiles militares. La gente se sentaba encima con mucho gusto, Luis, y le daba lo que buenamente podían, y si alguno se quería marchar sin pagar, don Petrimetre les mordía los tobillos, excepto si era pobres, entonces les sacaba los ojos con un cascanueves (*).

A tanto llegó su fama y elegancia, que quiso presentarse en la Bienal de Mutriku, dedicada a la estabulación de la vaca de Jersey, y murió por una rotura de columna cuando lo cubrió un toro embravecido que se había apostado con los amigotes a que tenía un hijo mitad toro mitad sofá. Y don Petrimetre Abantoyciérbana Txotx murió con las cervicales hechas polvo, Luis, en el momento de dar a luz un precioso cabestro-cama estampado con tres plazas.

¡Santo Varón, Luis, Santo Varón!